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Efectos de la localización en barrios segregados. Un análisis de los patrones de movilidad y modos de habitar de los/as residentes de Rodrigo Bueno y Villa 15
Resumen: El siguiente artículo analiza las prácticas de movilidad cotidiana de personas que residen en asentamientos informales ubicados en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA), explorando las diferentes expresiones que puede asumir la segregación. Particularmente, hace foco en la localización que los distintos asentamientos informales ocupan en la estructura urbana y en el impacto que ello puede generar en la vida cotidiana de sus residentes. Para ello, se analizan las prácticas de movilidad cotidiana de los/as residentes de dos asentamientos informales con distinta localización (uno en el centro y otro en el sur), a partir de datos obtenidos en una encuesta realizada en vía pública. A partir de estos datos construimos tres tipologías de movimientos cotidianos (intra-barrial, de proximidad y extendida), que se expresan de diversas maneras en cada territorio. Observamos la existencia de patrones comunes de movilidad, asociados al uso de la proximidad, pero también diferencias que están marcadas por la desigual localización de los asentamientos. Es decir, residir en los alrededores del centro habilita un mayor acceso a un conjunto de externalidades vinculadas a la centralidad, lo que puede disminuir los efectos de la segregación.
Palabras clave: Asentamientos populares, Localización, Movilidad cotidiana, Proximidad, Segregación.
Location effects in segregated neighborhoods. An analysis of the mobility patterns and ways of living of the residents of Rodrigo Bueno and Villa 15
Abstract: The following article analyzes the daily mobility practices of people who reside in informal settlements located in the city of Buenos Aires (CABA), exploring the different expressions that segregation can assume. Particularly, it focuses on the location that the different informal settlements occupy in the urban structure and the impact that this can generate on the daily lives of its residents. To do this, the daily mobility practices of the residents of two informal settlements with different locations are analyzed (one located in the center of the city and the other in the south), based on data obtained in a survey carried out publicly in the street. From these data, we build three typologies of daily movements (intra-neighborhood, proximity, and extended) that are expressed in various ways in each territory. We observe the existence of common mobility patterns, associated with the use of proximity, but also differences that are marked by the unequal location of settlements. That is, residing in the surroundings of the center enables greater access to a set of externalities linked to centrality, reducing the effects of segregation.
Keywords: Popular settlements, Location, Daily mobility, Proximity, Segregation.
Introducción
El siguiente artículo busca abordar la problemática de la desigualdad urbana, particularmente los efectos en la vida cotidiana de habitar espacios con condiciones de segregación, poniendo el foco en las diferencias que pueden existir entre territorios con características disimiles. En este caso, el trabajo se centra en las diferencias que se producen a partir de la disímil localización que presentan dichos territorios en la ciudad. Concretamente, a partir del análisis de las prácticas de movilidad cotidiana de personas que residen en asentamientos informales ubicados en diferentes localizaciones de la ciudad de Buenos Aires (CABA), este trabajo explora las diferentes expresiones que puede asumir la segregación.
Numerosos estudios (Clichevsky, 2000; Abramo, 2003; Ward, 2012; Davis y Salido, 2014; Morales, 2023, entre otros) han analizado el fenómeno de los asentamientos informales en las ciudades latinoamericanas a partir del concepto de segregación (Katzman, 2001; Sabatini, 2006; Duhau, 2013). Si bien dicho concepto ha resultado de gran utilidad para iluminar las características que toma la desigualdad en las ciudades, ha tendido también a invisibilizar ciertas expresiones de diferenciación entre los asentamientos informales. Distintas dimensiones (individuales, como pueden ser el género o la edad, o asociadas al territorio) pueden introducir matices sobre los efectos que genera la condición de segregación de estos barrios sobre sus habitantes. Particularmente, en este trabajo hacemos foco en la localización que los distintos asentamientos informales ocupan en la estructura urbana. En este sentido, nos preguntamos ¿las localizaciones diferenciales de los asentamientos informales habilitan modos de habitar diversos a sus residentes? ¿Estos circuitos cotidianos diferentes habilitan accesos desiguales a las externalidades urbanas positivas para los habitantes de las diferentes villas de la ciudad?
Para responder dichas preguntas, nos concentramos en dos villas1 de la CABA que ilustran dos posiciones contrastantes en la ciudad: el asentamiento Rodrigo Bueno, ubicado en Puerto Madero, una zona central de la ciudad; y Villa 15 (Ciudad Oculta), localizada en la zona sur. Concretamente, analizamos las prácticas de movilidades cotidianas, como producto y productoras de las condiciones de segregación, a partir del análisis de datos que son fruto de encuestas en la vía pública, realizadas a habitantes de cada barrio.
En este trabajo se realiza un primer análisis de caracterización de los circuitos cotidianos de los/as habitantes de estos dos barrios, que muestra la existencia de patrones comunes y ciertas diferencias asociadas al emplazamiento urbano de cada territorio. Sin embargo, a futuro, es necesario complementar este tipo de estudios con análisis cualitativos que permitan mayor profundidad en el análisis del tipo de bienes y servicios a los que se accede.
Coordenadas teóricas: un análisis móvil de la desigualdad urbana
Las desigualdades son un aspecto constitutivo de la vida urbana y un elemento central a la hora de analizar la vida cotidiana (Perelman y Di Virgilio, 2021). Asimismo, las desigualdades son socialmente producidas, y a la vez, se nutren de manifestaciones espaciales concretas y operan en distintas dimensiones de la vida social (Reygadas, 2008; Di Virgilio y Perelman, 2014). En este artículo, nos interesa recuperar la dimensión territorial de la desigualdad; concretamente, la segregación socio-espacial. Entendemos por segregación socio-espacial a la concentración espacial de los grupos sociales con cierto grado de homogeneidad interna y con diferenciación de otros grupos -dimensiones objetivas-, acompañada de evaluaciones en relación con el prestigio social de las zonas -dimensiones subjetivas- (Katzman, 2001; Sabatini, 2006; Duhau, 2013).
Las causas de la segregación son múltiples, pero tienen una fuerte relación con el modo en que se estructuran las ciudades. La lógica del mercado de tierra y vivienda promueve una distribución desigual de bienes y recursos en los territorios, que son denominados como externalidades positivas (Oszlak, 1983), que a su vez conllevan la accesibilidad a otros beneficios urbanos. La dotación geográficamente inequitativa de equipamiento e infraestructura refuerza la diferenciación de la ciudad y se expresa en rentas diferenciales del suelo (Topalov, 1979), que a su vez operan como un factor de localización de las poblaciones según su estrato social. Como consecuencia, tienden a constituirse zonas mejor equipadas, donde residen las poblaciones de mayores recursos, y zonas peor dotadas, habitadas por los sectores populares (Arriagada Luco y Rodríguez Vignoli, 2003). En este sentido, la posibilidad de acceder al conjunto de externalidades positivas que ofrece la ciudad depende del lugar que los/as sujetos/as ocupan en el espacio físico, que, a su vez, tiene estrecha relación con la posición en el espacio social (Bourdieu, 2010; Duhau, 2013). Por lo tanto, la localización residencial puede ser pensada como un recurso para los habitantes de la ciudad, denominado por Bourdieu (2010) como ganancias de localización (rentas o beneficios de ocupación/usos exclusivos de ciertos espacios) o por Abramo (2003) como capitales locacionales que habilitan el goce de las externalidades del territorio y su entorno. Di Virgilio (2007) introduce la noción de efectos de localización, para dar cuenta de la relación entre la localización residencial y el acceso al mercado de trabajo o el consumo de bienes y servicios. La localización residencial como factor de diferenciación y como elemento configurador de las prácticas espaciales es problematizada en numerosos estudios actuales (Brikman, 2021; Najman, 2022; Sosa, 2022; Segura, Musante, Pinedo y Ventura, 2022).
Asimismo, por las características mercantiles que toma la vivienda en estas ciudades, una parte significativa de los sectores populares no logra acceder a una mediante el mercado formal y lo hace de manera informal. En este artículo nos concentramos en las villas o barrios populares;2 es decir, territorios informales, que se construyen al margen de las normativas urbanas y de mercado. Estos territorios habilitan, para sus habitantes, un menor acceso que “la ciudad formal” a las externalidades positivas y a los beneficios de habitar la ciudad (Abramo, 2010; Perlman, 2010; Ward, 2012; Segura, 2012).
Diversos autores analizaron que, con el paso del tiempo, algunos de estos territorios que surgen en zonas desfavorecidas (en términos urbanos y/o ambientales) mejoran su posición relativa en la ciudad -en algunos casos, se localizan en zonas de residencia de mayores ingresos-, lo cual habilita un mayor acceso a las externalidades positivas por parte de sus habitantes (Abramo, 2003; Frediani, Rodríguez Tarducci y Cortizo, 2018; Carina y Hamilton, 2022; Brikman, 2023). En este trabajo recuperamos esta preocupación y exploramos si las diferentes localizaciones de dos barrios particulares permiten el acceso a capitales o ganancias de localización diferenciales, lo que impactaría sobre los efectos de la segregación.
Para esto, recuperamos aquellos enfoques que plantean el análisis de procesos de desigualdad o segregación desde el análisis de las prácticas de movilidad cotidianas de los/as habitantes (Segura, 2010; Di Virgilio y Perelman, 2014; Jirón y Zunino Singh, 2017; Dureau, Giroud y Lévy, 2021; Blanco y Bosoer, 2022; Valette, Pécout y Guérin-Pace, 2022, entre otros). A la vez, al igual que estos/as autores/as, recuperamos la mirada del giro de la movilidad (Kaufmann, Bergman y Joye, 2004; Sheller y Urry, 2006), que propone repensar los problemas urbanos y sociales desde una clave móvil. En este sentido, la movilidad es objeto de análisis en sí, a la vez que un enfoque que permite iluminar ciertos procesos macro-sociales (Ojeda y Jirón, 2018).
Desde esta perspectiva, los procesos de segregación (y sus efectos) no son entendidos como un fenómeno fijo anclado exclusivamente en la posición residencial, sino como un proceso que se construye y reproduce desde las prácticas de movilidad espacial de las personas, a partir de la generación de circuitos de vida o usos de la ciudad segmentados. Retomamos conceptos como habitar (Di Virgilio, 2007; Duhau y Giglia, 2008) y espacio de vida (Courgeau, 1980), que proponen que, para comprender cómo las personas viven en la ciudad y gozan de sus beneficios, no basta únicamente con comprender dónde residen, sino también con cómo practican el espacio urbano.
Este artículo analiza los modos de habitar; es decir, las formas en que las personas utilizan y se apropian del entorno urbano (Duhau y Giglia, 2008). Concretamente, analizamos las prácticas de movilidad de los habitantes de dos barrios informales, en tanto prácticas sociales y espaciales, causa y consecuencia de las relaciones sociales desiguales y de poder (Di Virgilio, 2007; Landon, 2013; Jirón y Zunino Singh, 2017). En particular, analizamos las prácticas de movilidad cotidiana; es decir, aquellos desplazamientos que habilitan el acceso a actividades, bienes y servicios fundamentales para la producción y la reproducción de la vida. Sin duda, en estos flujos se configuran distintas experiencias urbanas que, a la vez, (re)producen las desigualdades existentes (Jirón, Lange y Bertrand, 2010; Apaolaza, Blanco, Lerena, López-Morales, Lukas y Rivera, 2016).
Diversos/as autores/as plantean que es posible identificar factores que influyen en la configuración de la movilidad cotidiana. Algunos, referidos a las personas u hogares (género, inserción laboral, posición socioeconómica, etapa del ciclo de vida, etc.) (Di Virgilio, 2008), llamados recursos de movilidad; otros, referidos a los territorios (dotaciones de infraestructura, de las características de accesibilidad, etc.) (Gutiérrez y Blanco, 2021). En este sentido, las localizaciones disímiles de los dos casos analizados podrían constituirse como factores territoriales que inciden desigualmente sobre las configuraciones de la movilidad cotidiana de sus habitantes y, por lo tanto, sobre sus posibilidades de acceso a los beneficios
Coordenadas metodológicas: un análisis longitudinal de la movilidad cotidiana
Este artículo presenta los resultados de una investigación cuantitativa que procuró analizar comparativamente las prácticas de movilidad cotidiana de los habitantes de dos barrios informales de la CABA ubicados en dos localizaciones contrastantes. Se trabajó a partir de datos primarios construidos con encuestas realizadas en la vía pública3 a los habitantes de ambos barrios (Villa 15 y Rodrigo Bueno). Este tipo de instrumento capta a las personas4 que están circulando por ciertos puntos estratégicos del barrio,5 durante distintos días y horarios.6
Este instrumento, entre otros datos, indaga en los movimientos que las personas realizaron durante el día de la encuesta, registrando las actividades realizadas y/o proyectadas entre las 7 am y las 00 h, y detallando la hora de inicio de la actividad, tipo de actividad, tipo de lugar donde se realiza y localización, hora de inicio del desplazamiento y modo de transporte. En este trabajo nos concentramos específicamente en su localización de los desplazamientos. Concretamente, se realizó un análisis longitudinal; es decir, se trabajó con las distintas localizaciones recorridas a lo largo de un día entero, teniendo en cuenta los horarios y los tiempos de permanencia. Para ello, realizamos un agrupamiento de las localizaciones posibles: 1- en el propio barrio (Villa 15 o Rodrigo Bueno); 2- en la zona de proximidad de sus barrios de residencia;7 3- en la zona central de la ciudad y su corredor centro; 4- en la zona norte de la ciudad; 5- en la zona sur; 6- en el Área Metropolitana de Buenos Aires (ver Figura 1).
La conformación de estas zonas se realiza a partir de una combinación de trabajos (Mazzeo, Lago, Rivero y Zino, 2012; Marcos, Mera y Di Virgilio, 2015; Fachelli, Goicoechea y López-Roldán, 2015) que analizan la estructura socio-urbana de la CABA a partir de indicadores sociales (como acceso a servicios básicos, NBI, hacinamiento, nivel educativo, etc.) y urbanos (tipo de tenencia, formas de acceso a la vivienda, morfología urbana, características habitacionales, entre otros). Asimismo, se tiene en cuenta la histórica división entre norte y sur que caracteriza la estructura urbana de la ciudad. Se obtiene como resultado este mapa con esta propuesta de división de la ciudad (Figura 1), que, lejos de ser una figura estática y rígida, representa una forma posible de agrupar los barrios porteños. Sin duda, como cualquier categorización, potencia los elementos comunes de estos barrios e invisibiliza sus particularidades.
Mediante el paquete Optimal Matching (OM) del programa R8se construyó una tipología de trayectoria diaria de localizaciones en la ciudad. Como resultado, los diferentes “tipos de trayectoria de movilidad cotidiana” reúnen itinerarios que son homogéneos en su interior y diferentes entre sí, considerando la ubicación y también su secuencialidad y duración.
Luego de construir los diferentes tipos de movilidad diaria, mediante la técnica de análisis de varianza (ANOVA)9 se buscó identificar si la localización residencial imprime o no diferencias en dichas trayectorias de movilidad diaria. Es decir, si quienes habitan en uno u otro barrio tienen mayores probabilidades de desarrollar ciertos tipos de movilidad cotidiana por sobre otra.
Si bien el uso del análisis longitudinal en el estudio de la movilidad cotidiana es reciente, creemos que tiene mucho potencial, ya que aplica una mirada procesual a un fenómeno que de por sí es dinámico. Es una herramienta que capta algo más que los movimientos de tipo instrumental (origen-destino con cierto motivo) y sus características (tiempo de viaje, duración de la actividad, etc.), ya que se enfoca en los circuitos compuestos por prácticas de movilidad que se encadenan entre sí a lo largo de un día entero.
Este tipo de análisis se complementa con la realización de mapas que espacializan algunas de las reflexiones que se hacen con las técnicas anteriores y dialogan con la disponibilidad de equipamientos y servicios de la ciudad, y de cada zona, que son presentadas en la caracterización de los casos.
Los casos de estudio. Dos barrios con posiciones diferenciales en la estructura urbana de la ciudad
Los barrios seleccionados (Villa 15 y Rodrigo Bueno) presentan algunos elementos en común y ciertas diferencias. Como ya mencionamos, ambos son villas o barrios populares; es decir, presentan un trazado disruptivo con la trama formal, se encuentran al margen de las normas formales de producción de ciudad, no presentan títulos de propiedad y suelen ser estigmatizados, lo que genera sentimientos de marginalidad y procesos de diferenciación con un otro (el que no vive en la villa). Son territorios que presentan indicadores sociales y urbanos deficientes y distintos de sus entornos y del resto de la ciudad (Tabla 1).
En relación con las diferencias entre los casos seleccionados, en primer lugar, se distinguen por su momento de surgimiento, que incide en la localización. Villa 15 se ubica en Villa Lugano, lindante a la provincia de Bs. As., y surgió en la década de 1940 a partir de migraciones de nuevos obreros que llegaban a la ciudad, asociado al proceso de industrialización por sustitución de importaciones.10 Se localizaban en esta zona debido a la existencia de industrias (fábricas, mataderos y curtiembres) y a la disponibilidad de suelo. En cambio, Rodrigo Bueno surgió en la década del ochenta, asociado a la emergencia de nuevas formas de pobreza urbana que se localizan en zonas intersticiales de la ciudad (Rodríguez, 2015). Se ubica en la costa a metros del centro administrativo, en Puerto Madero, un barrio construido en la década del noventa a partir de un proyecto de renovación, mediante la incorporación de suelo urbano en desuso para la emergencia de nuevos usos, ligados, sobre todo, a sectores de nivel adquisitivo alto, como restaurantes de lujo, shoppings y locales de grandes marcas internacionales, supermercados de alto nivel, etc. (Núñez y Ruiz de Gopegui, 2012).
Estos distintos momentos de surgimiento influyen, entre otros factores, en la localización que estos asentamientos tienen en la ciudad. La CABA presenta una tendencia a la concentración de las poblaciones según el estrato social: los estratos altos y medios altos se ubican principalmente en el noreste, los sectores medios en el corredor centro y noroeste, y los estratos medio-bajo y bajo en la zona sur (Fachelli et al, 2015).
En este contexto urbano, Villa 15 se ubica en el sur, zona de residencia de los sectores populares, históricamente considerada por el accionar estatal y el imaginario colectivo como espacio de residencia de la clase trabajadora. Se ubica en la Comuna 8, la cual es un espacio homogéneo en relación con sus indicadores sociales y urbanos, y con ciertas características de segregación con relación al resto de la ciudad (indicadores elevados de NBI -11 %- y de hacinamiento por cuarto -21 %-, mientras que en la ciudad estos valores rondan el 8 % y 6 %, respectivamente) (Tabla 1). Esta Comuna concentra la mayor cantidad de villas y asentamientos del territorio porteño, y presenta el mayor porcentaje de viviendas con tenencia irregular11 (en la CABA es del 12 % mientras que en Comuna 8 asciende a 19 %) y de población residente en villas (una de cada tres personas reside en una villa o un asentamiento) (Consejo económico y Social de la Ciudad de Bs. As., 2013). En este marco, Villa 15 muestra indicadores sociales y urbanos deficitarios, como el NBI -32 %- o el hacinamiento -27 %-, e incluso más elevados que el promedio de la comuna, pero no presenta diferencias significativas con su entorno más cercano.
En cambio, Rodrigo Bueno se localiza en la zona centro-costera, en la Comuna 1, específicamente en el barrio de Puerto Madero. Si bien este barrio se localiza en el corredor centro de la CABA, presenta el precio del m. más caro de la ciudad (3993 dólares).12 En Puerto Madero residen poblaciones de altos ingresos, salvo en la zona de Rodrigo Bueno. Asimismo, la Comuna 1 presenta una importante desigualdad: conviven en su interior una cantidad significativa de residentes de villas y asentamientos (principalmente de la Villa 31 y 31bis), y viviendas informales como hoteles e inquilinatos, con zonas como Puerto Madero, donde se ubican los sectores sociales más altos de la ciudad y se concentran viviendas y consumos de élite. Asimismo, hacia el este de la Avenida 9 de Julio se ubica el centro porteño, espacio privilegiado de la actividad económica y empresarial de la ciudad (Consejo Económico y Social de la Ciudad de Bs. As., 2013). En consecuencia, esta Comuna se caracteriza por una importante desigualdad: por un lado, los valores del suelo y alquileres más elevados de la ciudad (2439 dólares es el valor del m., mientras que en la ciudad es de 2115) y, a la vez, valores altos de hacinamiento -22 %- y de hogares con NBI -16 %- (Tabla 1). En ese contexto, Rodrigo Bueno presenta fuertes diferencias con su entorno más próximo (Puerto Madero) y con las zonas formales de la comuna, lo cual se nota con claridad en sus elevados índices de NBI (41 %), que duplican los valores promedio de la comuna.
Esta distribución particular en el territorio de las poblaciones asociada a la clase social tiene una estrecha relación con la disponibilidad de servicios y equipamientos. La distribución de equipamientos en la ciudad (educativos, de salud, recreativos, espacios verdes, comercios y transporte) presenta una tendencia centrípeta (Comuna 1) que disminuye hacia los márgenes (Brikman, 2022). Puerto Madero, si bien se localiza a metros del centro, presenta cierta falencia de equipamientos públicos; por ejemplo, la inexistencia de un centro de salud o una escuela pública, o, en el transporte público, que sólo circulan cuatro líneas de colectivos. Villa 15 se localiza en la zona sur, caracterizada por cierta falencia de dotación de la mayoría de los servicios y equipamientos, que se intensifica sobre todo en la Comuna 8. Se observan, por ejemplo, deficiencias en la disponibilidad de escuelas de nivel secundario, la falta de zonas comerciales (donde haya cajeros, farmacias y otro tipo de comercios) y la inexistencia de transporte que conecte esta zona con otras que no son el centro de la ciudad.
En este sentido, Di Virgilio y Serrati (2023) elaboran un indicador denominado arquitectura del bienestar -a partir de analizar la disponibilidad de una serie de servicios y equipamientos- y concluyen que la Comuna 1, donde se ubica Rodrigo Bueno, combina zonas con mejor acceso a los recursos urbanos (concentrados en la zona centro) con zonas con menos disponibilidad de dichos servicios. En cambio, la Comuna 8, donde se localiza Villa 15, se ubica en una zona con una menor oferta de dichos recursos, asociados a la urbanidad (puntos de retiro de bicicletas, espacios culturales, farmacias, instituciones médicas, espacios educativos, bancos, oferta gastronómica, fiscalías, organizaciones sociales, clubs y polideportivos). Por último, en ambos casos las falencias en torno a ciertos servicios y equipamientos promueven el surgimiento de un mercado intra-barrial, que permite la resolución de las necesidades (de consumo y laborales principalmente) dentro de los márgenes del barrio (Brikman, 2022).
Iguales pero diferentes. Patrones comunes y acceso desigual a las externalidades positivas de la ciudad
A continuación, a partir del análisis longitudinal de las prácticas de movilidad cotidiana intentamos captar los diversos usos de la ciudad de quienes residen en Villa 15 y en Rodrigo Bueno. Nos preguntamos de qué modo influye la localización de los asentamientos en la configuración de modos de habitar, y si estos modos de habitar expresan usos de la ciudad distintos, que podrían hablarnos de dinámicas de segregación diferencial.
Localizaciones disímiles: usos diferenciales del espacio urbano
En primer lugar, analizamos las trayectorias cotidianas teniendo en cuenta la localización de las distintas actividades que realizan los/las habitantes a lo largo de un día. Las categorías de la localización, como mencionamos en el apartado metodológico, se relacionan con la cercanía (o no) con el barrio de residencia (en el propio barrio, zona de proximidad y otras zonas de la ciudad) y con ciertas zonas de la ciudad (norte, sur, centro). En la Figura 2 observamos en el eje vertical las localizaciones de los movimientos del total de la muestra de cada barrio y en el eje horizontal, las horas del día desde las 5:00 hasta las 23:59.
Identificamos la existencia de patrones comunes de movilidad; específicamente, el uso prioritario del propio barrio y una tendencia a la configuración de la vida cotidiana dentro de los márgenes de la propia villa (verde oscuro en Figura 2). Varios estudios (Jouffe, 2011; Lazo y Calderón, 2014; Apaolaza et al, 2016) plantean que el espacio de proximidad opera como soporte y anclaje de una buena parte de las movilidades cotidianas, sobre todo en los sectores populares, y que las representaciones sobre dicho espacio, los vínculos construidos y los aspectos morfológicos influyen en las prácticas mismas. Por el contrario, se advierte que la movilidad cotidiana de los habitantes de la ciudad en general (es decir, sin distinguir tipos de hábitat de residencia) tiende a desarrollarse principalmente por fuera de las zonas de proximidad (ENMODO, 2018). El 64 % de los desplazamientos cotidianos se desarrollan hacia fuera de comunas de residencia, y sólo el 36 % de estos movimientos diarios se desarrolla en la misma comuna en la que se reside.13
Por lo tanto, podríamos decir que vivir en un territorio informal configura cierto modo de habitar acotado al territorio de residencia, a diferencia de lo que sucede con las movilidades generales de la ciudad. Ello refuerza uno de los elementos centrales de la segregación, que tiene que ver con la construcción de relaciones sociales y espacios de vida compartidos casi exclusivamente con personas de la misma clase social, lo cual genera un círculo vicioso que potencia la segregación14 (Katzman, 2001; Sabatini, Cáceres y Cerda, 2001). Sin embargo, se presenta una tensión. Por un lado, quienes habitan estos barrios en sus prácticas de movilidad cotidiana tienden a reproducir uno de los elementos fundamentales de la segregación. No obstante, por otro lado, esta propensión a encapsular la vida cotidiana dentro de la propia villa es posible gracias a la existencia de comercios, servicios y equipamientos, en muchos casos producidos por los propios habitantes. En este sentido, el propio barrio se vuelve un capital locacional/espacial (Abramo, 2003; Apaolaza y Blanco, 2015), donde se pueden resolver distintas necesidades.
Aun cuando el espacio barrial es protagonista en los itinerarios de movimientos de los/as habitantes de ambos barrios, la propensión a habitar el espacio barrial y la zona próxima no se expresa de igual manera en los casos de estudio. Mientras en Villa 15 se evidencia un uso mayor de la zona de proximidad (Villa Lugano, Mataderos y Villa Madero) (verde claro en Figura 2), en el caso de Rodrigo Bueno se observa una diversidad de zonas recorridas que incluyen la zona de proximidad (Puerto Madero, La Boca y San Telmo), pero incorpora otros barrios, principalmente localizados en el centro y norte de la ciudad (colores rojo y amarillo en Figura 2). Esta diferencia, sin duda, se asocia a las características de las zonas donde se emplaza cada barrio (descriptas anteriormente) y a la disponibilidad de equipamientos. Asimismo, evidencia la relación que existe entre la configuración territorial y las características que asumen las prácticas de movilidad.
En esta clave, las prácticas de movilidad cotidiana de los/las habitantes de cada barrio construyen dos mapas completamente distintos de usos de la ciudad (Figura 3), que implican un acceso diferencial a los equipamientos y servicios. En el caso de los habitantes de Villa 15, predominan el uso del propio barrio y territorios lindantes y la consolidación de un corredor céntrico, que conectan Villa Lugano con el centro administrativo y que respeta el trazado del transporte público. Este tipo de circuitos cotidianos tiende a reproducir y consolidar el modelo de ciudad monocéntrica, en la que el centro opera como punto de anclaje de una gran cantidad de actividades, principalmente laborales (Cosacov, 2015).
En cambio, en el caso de Rodrigo Bueno, si bien existe cierta primacía de los desplazamientos dentro del propio barrio, se observa una mayor tendencia a circular por otras zonas de la ciudad, principalmente por el área central, debido a la cercanía. Por lo tanto, en la CABA, que presenta una estructura centrípeta de sus beneficios, residir en los alrededores del centro habilita un mayor acceso a un conjunto de externalidades positivas vinculadas a la centralidad. Para quienes residen en Rodrigo Bueno la localización puede ser concebida como un capital locacional que contribuye a morigerar los efectos propios de vivir en un barrio segregado, a partir de contar con mayor facilidad para acceder a esta zona donde se concentran la mayor cantidad de bienes, equipamientos y beneficios.
Modos de habitar el espacio urbano
Luego de desarrollar esta mirada general con relación al uso de las distintas zonas, a continuación buscamos construir una serie de tipologías que permitan iluminar diversos modos de habitar el espacio urbano. Cada una de estas tipologías se compone de trayectorias diarias con predominio de cierta localización a lo largo de los distintos movimientos del día. En este sentido, se observa la permanencia durante varias horas del día en las zonas predominantes. Ello reafirma que los/las habitantes de ambos casos de estudio presentan trayectorias diarias construidas en torno a un espacio principal de vida, ya que se observan, en los gráficos de cada trayectoria (Figura 4), tiempos de permanencia prolongados.
Construimos cinco tipologías (Figura 4) en función de la localización predominante en la construcción del espacio de vida,15 las que, a su vez, englobamos en tres grandes tipos de movimientos: intra-barriales, de proximidad y extendidos (subdividida en tres grupos: sur y centro, norte y provincia de Bs. As.). Asimismo, estas tipologías poseen distinto peso en el conjunto de la población encuestada (Figura 5), así como en cada uno de los barrios analizados, lo que permite sacar varias conclusiones.
En términos generales, en ambos casos se observa un uso prioritario del propio barrio -intrabarrial- (59 % para Villa 15 y 58 % para Rodrigo Bueno). Es decir, más de la mitad de la población de estos barrios pasa la mayor parte de su día dentro del barrio de residencia, lo que evidencia un alto grado de encapsulación de la vida cotidiana (Hannerz, 1986, en Segura, 2013), por lo que se hace un uso casi exclusivo de zonas con deficiencias de equipamientos y donde se generan interacciones sociales con personas de clases similares (Lazo y Calderón, 2014). Estos desplazamientos se combinan con pocos traslados, de corta temporalidad, hacia la zona centro, sur y territorios de proximidad por fuera del propio barrio.
La segunda tipología -de proximidad- corresponde a aquellas poblaciones que construyen su espacio de vida en la propia villa y barrios próximos. Sin embargo, debido a la distinta inserción de estos territorios en la ciudad, habitar y circular por la proximidad no implica lo mismo en cada caso. En Villa 15 son desplazamientos dentro de Villa Lugano, Mataderos -CABA- y Villa Madero -provincia de Bs. As.-; en el caso de Rodrigo Bueno, dentro de Puerto Madero, La Boca y San Telmo.
A la vez, esta tipología presenta mayor peso en el caso de Villa 15 (21 %), mientras que en Rodrigo Bueno corresponde al 9 % de los/as encuestados/as. En el caso de Villa 15, los barrios ubicados dentro de la zona de proximidad, aunque en la estructura urbana presentan ciertas deficiencias en comparación con el resto de la ciudad,16 en la dinámica cotidiana logran dar respuesta a gran parte de las necesidades de quienes habitan este barrio. En cambio, en el caso de Rodrigo Bueno, en la zona de Puerto Madero, prima una oferta de servicios y equipamientos asociada a los consumos de los sectores altos (como servicios de alta calidad, tiendas boutique o restaurantes de primera clase), no accesibles económicamente para los sectores populares y que, por lo tanto, no permiten dar respuesta a las necesidades de quienes viven en Rodrigo Bueno. Estas zonas se vuelven inaccesibles por sus costos, pero también porque existen normas culturales, sentidos de pertenencia y credenciales; es decir, un habitus de clase (Bourdieu, 2010), que habilita el uso de estos espacios o excluye de ellos. En este sentido, podemos afirmar que la cercanía a ciertos servicios y equipamientos no garantiza de por sí su uso. Residir en los márgenes de uno de los barrios más caros de la ciudad, sumado a la estigmatización que han sufrido los residentes del barrio poular, puede construir un sentimiento de no pertenencia y, por lo tanto, la no apropiación y uso de estos espacios. Por su parte, dentro de la zona de proximidad de Rodrigo Bueno están los barrios de San Telmo y La Boca. El primero es una zona que, más allá del equipamiento disponible, es reconocida por sus atractivos turísticos y utilizada principalmente en este sentido. La Boca, ubicada al sur, también reconocida por ser una zona turística, presenta ciertas falencias de recursos, con lo que muestra algunas similitudes con Villa Lugano o Mataderos (Brikman, 2021).
Asimismo, teniendo en cuenta la primera y la segunda tipología, en el caso de Villa 15 se observa que sus residentes construyen sus espacios de vida de manera más encapsulada, ya que el 80 % de los habitantes presenta trayectorias diarias ancladas en el barrio o en zona de proximidad (59 % en el barrio y 21 % en la proximidad). En el caso de Rodrigo Bueno, las trayectorias de proximidad disminuyen al 9 % y, por lo tanto, el porcentaje global, a 67 %. Sin embargo, el uso de la proximidad no sólo puede asociarse a esta idea de encapsulamiento o repliegue barrial sino también a una estrategia de los habitantes para movilizar recursos y resolver sus necesidades cotidianas (Lazo y Calderón, 2014). A la vez, no implica inmovilidad o menos traslados que en los otros tipos de movilidades, sino recorridos más cortos.
En tercer lugar, encontramos un grupo de personas que presentan una movilidad más extendida, utilizando principalmente la zona centro y sur de la ciudad (trayectoria extendida centro y/o sur). Si observamos en detalle el uso de estas dos zonas, en general no corresponde a las mismas trayectorias. En cuarto lugar, se encuentran quienes realizan sus actividades también de forma más extendida, pero en la zona norte (trayectoria extendida norte) y, por último, quienes lo hacen en el Gran Buenos Aires (extendida GBA). Estas últimas tres tipologías implican un uso más extensivo del territorio y mayores desplazamientos, a la vez que se observa un mayor uso del tiempo estando en movimiento (viajando). Estas tipologías presentan mayor predominio en Rodrigo Bueno, pues alcanzan al 27 % de los/as encuestados/as (extendida centro y sur 14 % y norte 13 %), lo que muestra una mayor diversidad de barrios recorridos. En cambio, en el caso de Villa 15 este tipo de trayectorias diarias ocupa al 15 % de los/as encuestados/as (11 % centro y sur y 4 % norte). Por lo tanto, quienes viven en Rodrigo Bueno, ante esta falta de uso de los barrios próximos, construyen tipologías de movimiento más extendidas que recorren distintos puntos, principalmente barrios que se encuentran en las cercanías y conforman la zona central de la ciudad que, como ya hemos mencionado, concentran una gran cantidad de servicios y equipamientos. Este uso más extenso de la ciudad se asocia con la localización de Rodrigo Bueno, próximo a estas zonas que son recorridas; es decir, el territorio habilita este tipo de trayectorias diarias marcadas por desplazamientos más largos hacia la zona norte y/o sur de la ciudad.
Conclusiones
A partir del análisis realizado podemos extraer dos grandes conclusiones. En primer lugar, habitar la informalidad configura un modo particular de moverse y utilizar el espacio urbano, asociado a la construcción del espacio de vida principalmente dentro de los límites de la propia villa, lo que promueve una tendencia a la encapsulación y una dinámica endógena (predominio de trayectorias intra-barriales). En una ciudad que se construye de modo segregado, las prácticas cotidianas de quienes residen en los asentamientos populares tienden a reproducir estas condiciones de desigualdad a partir del uso prioritario del propio territorio que, a la vez, presenta deficiencias en relación con otras zonas de la ciudad. Se construyen circuitos de vida segregados, en los que los espacios recorridos son principalmente en la villa, por lo que se puede presuponer que los vínculos e interacciones sociales son, centralmente, entre vecinos. Sin embargo, vale mencionar la paradoja que se genera con este uso intenso del propio barrio: si bien por un lado genera circuitos de vida encapsulados, también lleva a pensar el espacio de proximidad como un capital locacional, que habilita la satisfacción de las necesidades y permite una reducción de los costos (económicos y de tiempo) de desplazamiento (Abramo, 2003; Di Virgilio, 2007), que según Bourdieu (2010) pueden pensarse como ganancias de localización. En este punto, se abre un interrogante a futuro vinculado a las percepciones de los/as habitantes de estos barrios sobre el modo en que se perciben el uso del propio barrio y la proximidad.
En segundo lugar, la localización de cada uno de los casos de estudio habilita accesos distintos al valor de uso complejo de la ciudad, lo que nos lleva a hablar de condiciones de segregación diferencial. En el caso de Villa 15, priman las trayectorias intra-barriales y luego las de proximidad, utilizando principalmente los servicios y equipamientos de la villa y barrios aledaños, que presentan fuertes deficiencias en relación con otras zonas de la ciudad. A la vez, como mencionamos, se generan circuitos cotidianos en los que las interacciones sociales se dan, en su mayoría, con personas de la misma clase social. En cambio, para Rodrigo Bueno su inserción en la ciudad habilita mejores oportunidades cotidianas. Más allá de que también gran parte de los circuitos cotidianos se tejen anclados en el barrio, luego se observan trayectorias extendidas, lo cual muestra un mayor grado de apertura y disponibilidad para circular más tiempo por otras zonas de la ciudad con mejores equipamientos. Por lo tanto, en la CABA, que presenta una estructura centrípeta de sus beneficios, residir en los alrededores del centro habilita el acceso a un conjunto de oportunidades diferenciales, aprovechadas en este caso por los/las residentes de Rodrigo Bueno.
En síntesis, podemos sostener que, si bien existen patrones comunes asociados a la informalidad, también se visibilizan distintos modos de recorrer la ciudad que implican un acceso diferencial a los equipamientos y servicios (externalidades positivas). En conclusión, la localización residencial diferencial habilita un acceso y un uso distintos de la ciudad, que en el caso de Rodrigo Bueno implican una propensión a morigerar los efectos de vivir en un barrio segregado, mientras que en el de Villa 15, una reproducción de estas desigualdades.
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Notas
Recepción: 15 Noviembre 2023
Aprobación: 05 Abril 2024
Publicación: 01 Mayo 2024